Matías BALSERA

Radiotelefonía

MADRID
SUCESORES DE RIVADENEYRA (S.A.)
1925

Por su valor testimonial, reproducimos de las páginas finales el apartado "La radiodifusión en España":

   Al autor de este modesto libro le cupo el honor de ser el primero que importó en 1922 la idea de establecer el servicio de Radiodifusión en España. Era entonces Director general de Telégrafos el excelentísimo Sr. D. Jorge Silvela, hombre culto y progresivo, y a su apoyo se deben los primeros pasos en pro de tan sugestivo servicio. A fines de 1921 se hicieron en Europa los primeros ensayos de Radiodifusión como tal servicio, y el autor de este libro se vió un día sorprendido al recibir radiotelefónicamente en sus talleres de Londres la trágica noticia de la cogida y muerte del infortunado Granero.
   No es de extrañar que esta noticia produjera asombro en un español en Londres amante de las costumbres de su país; pero lo que más le sorprendió fué la extraordinaria importancia del medio portador de la misma, concibiendo desde ese momento un futuro francamente optimista para el servicio que acababa de nacer.
   Regresa el autor a España, propone al Director general la realización de ensayos demostrativos, y durante el verano de 1922 se empiezan las primeras emisiones difusoras gramofónicas. Durante el otoń, y enlazando con una línea telefónica la estación Radio del Palacio de Comunicaciones con el templete del Ideal Retiro, se emiten los conciertos de la Banda Municipal de Madrid. Empieza la ópera en el teatro Real y, utilizándose otro circuito telefónico, se lanza al espacio la primera oacute;pera de la temporada, Los Maestros Cantores...
   El autor, olvidando que estaba en España, quiere seguir con la velocidad emprendida; pero a ello empezó a oponerse... la inercia, esta inercia tan española, causa de nuestro atraso y, por qué no decirlo, de nuestra ignorancia. Los españoles tenemos la virtud, propia de nuestra raza, de concebir con la velocidad del rayo y de realizar con paso de tortuga, y cuando alguien va demasiado de prisa... ¡hasta los elementos! se ponen de acuerdo para impedirlo. De todas las estaciones del Norte de África y de la Península llegan felicitaciones que animan al autor de estos ensayos; pero son tales los obstáculos que salen al paso y de tal naturaleza, que convencido de que no se puede ir contra el ambiente... decide suspender y aplazar para mañana lo que pudo haberse hecho aquel día... Pero, como dijo Zola, la verdad está es marcha, y nadie osaráa detenerla. Aquella semilla que el autor sembró no cayó en el vacío: la afición se despertó y empezó a dar sus frutos. Se crean Radio-Clubs en toda España. Los comerciantes empiezan a importar artículos de primera necesidad, que son devorados por la afición. La Radiomanía invade ya todos los hogares y contra esa enfermedad no valen ya los paños calientes de la ignorancia burocrática ni de la inercia entorpecedora... ¡La verdad está ya en marcha!
   Da pena, lector, observar que España en nada haya contribuído al descubrimiento de la Radiocomunicación. Ingleses, austriacos, franceses, italianos, daneses, alemanes, americanos y ¡hasta griegos...! se preocuparon de su progreso... Nosotros, cuando alguno quiere despuntar, y querer es poder, se le ata, se le aisla y se le llama loco: Peral, Monturiol, Torres Cartas, Daza, Pescar y tantos otros lo demuestran. Si el carácter español no evoluciona y los inventores en nuestro país se han de ver siempre abandonados de los Poderes públicos y de sus conciudadanos, sin reflexionar que a ellos se debe el progreso, España marchará como ha marchado desde hace tres siglos, a la zaga de las demás naciones.
 EL AUTOR


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