T.S.H.

T.S.H.
REVISTA SEMANAL, ÓRGANO DE "RADIO-MADRID" Y PORTAVOZ DE LA FEDERACIÓN NACIONAL DE AFICIONADOS
Año I, NUM. 1
Madrid, 25 de mayo de 1924

SUMARIO
Pipa radiotelefónica. Portada.
Las fuerzas redentoras. Crónica de Antonio Zozaya.
¡Ya se oye algo! Caricatura por "Tito".
La Federación de Aficionados. Artículo informativo, ilustrado con su fotografía de la Junta.
La primera conferencia feminista. Discurso íntegro de Teresa de Escoriaza, con su fotografía ante el micrófono.
Una estación alemana. Fotografía.
Radio-Madrid. Información sobre esta Entidad.
Programas de las principales estaciones emisoras.
Figuras de la T.S.H.
Lista de adheridos a la Federación.
Noticias.

Transcripción del artículo "La primera conferencia feminista" (pp. 13-14):

Número 1. T.S.H. Página 13.


LA PRIMERA CONFERENCIA FEMINISTA

Teresa de Escoriaza habla a las radioescuchas.
   Entre los éxitos que en su toda-
vía brevísima actuación ha conse-
guido ya la entidad emisora «Ra-
dio-Madrid», culmina el de haber
inaugurado las conferencias sin-
hilistas para mujeres con una pe-
roración de la ilustre escritora Te-
resa de Escoriaza.
   El discurso de la señorita de
Escoriaza constituyó una brillan-
te pieza oratoria, graciosa y pro-
funda a la par, que creemos mere-
ce conservarse impreso, por lo
cual honramos nuestras columnas
transcribiéndolo a continuación.
   La ilustre escritora dijo así:
   «Señores y señoras radioaficio-
nados: Es un gran honor para mí
ser la primera mujer designada
en España para dirigiros un cor-
dial saludo por medio de este ma-
ravilloso invento de la Radiotele-
fonía, indudablemente el más
asombroso que la ciencia hasta
hoy ha descubierto, porque el al-
cance de sus efectos no se reduce,
como el de la mayoría de los des-
cubrimientos, al limitado mundo
material, sino que se extiende al
sin fronteras del espíritu.
   Es ya hora que estos efectos de
la Radiotelefonía vayan encau-
zándose en España hacia fines más
elevados que el de proporcionar a
los escuchantes una mera distrac-
ción.
   Bien está que se organicen con-
ferencias, y espero que al in-
vitárseme a pronunciar unas pala-
bras ante el micrófono, es porque
se trata de iniciar una serie de
charlas instructivas, exclusiva-
mente para la mujer.
   No es ésta una habilidad para
hacer que se retiren los señores y
ponerme a despotricar contra ellos.
¡No! Si tal quisiera hacer, po-
dría aprovechar la circunstancia
de hallarme aquí convenientemen-
te parapetada contra toda réplica
por parte de los escuchantes del
sexo contrario.
   Ya comprenderéis que ahora no
podría repetirse el caso de aquella
feminista que en medio de su di-
sertación fué interrumpida por un
oyente, que la increpaba, man-
dándola a... zurcir los calcetines
de su marido, y que tampoco me
ha sido necesario venir como ella
prevenida para tales emboscadas,
es decir, con un marido conve-
nientemente dispuesto, que al pri-
mer ataque respondiera enseñan-
do sus calcetines prodigiosamen-
te remendados.
   A pesar de las ventajas de se-
guridad que ofrece la Radiotele-
fonía y del estado indefenso en
que se hallan los que me escu-
chan, no pienso abusar, y no lo
hago por la sencilla razón de que
no soy feminista, en el sentido de
declarar la guerra al hombre, ni en
el de querer igualarse en todo a él.
   Esto no quiere decir que yo con-
sidere a la mujer inferior, no, de
ningún modo; la considero dife-
rente.
   Claro que creo, además, que las
mujeres pueden hacer muchas co-
sas tan bien como los hombres y
otras aún mejor que ellos. Opino
que algunos de los puestos hoy
ocupados casi exclusivamente por
varones debían de ser compartidos
con las mujeres y algunas de las
ocupaciones que ellos desempeñan
debieran serles cedidas totalmente.
   Así, por ejemplo: ¿Consideráis
ocupación propia de un hombre
estar detrás de un mostrador des-
pachando ballenas de corsé, go-
mas para ligas o aconsejando a
la clienta un velours color fulgu-
rante en vez de un tafetán torna-
sol para un vestido de soirée?
¿No opináis que una señora en-
ferma expondría con más sinceri-
dad sus males a una doctora que
a un doctor, y que un niño se de-
jaría mejor curar por las manos
suaves de una médica que por las
de un médico adusto? ¿Quién me-
jor que una mujer habrá de co-
Teresa de Escoriaza
La ilustre escritora ante el micrófono de la Radio Ibérica

Número 1. T.S.H. Página 14.

nocer la psicología de otra para
defenderla o juzgarla ante la ley?
   Y, en el caso contrario, ni por
un momento he pensado en que
las porteras son las más indicadas
para detener a un ladrón, como
van a tener que hacer ahora con
las nuevas atribuciones que les han
sido conferidas.
   Mas una vez hecha esta salve-
dad de que no vengo como Lysis-
trata a sublevar a las mujeres con-
tra el hombre, os digo francamen-
te que podéis, señores radioaficio-
nados, retiraros tranquilos y ceder
el auricular a las féminas que os
rodean, pues lo que voy a decir
sólo para ellas es interesante.
   ¿Estamos ya solas? Pues «a
nous deux».
   Os decía antes, amigas, que la
mujer es un ser diferente de los
hombres. Y os lo voy a demos-
trar. ¿Hay acaso entre vosotras,
una sola, que hubiera puesto en
manos del hombre, su rival, el
arma con que ha de ser atacada?
Pues eso es lo que acaban de ha-
cer los hombres al cederos el auri-
cular. Porque la Radiotelefonía es
el arma con la que la mujer, es-
pecialmente la española, conquis-
tará su libertad.
   Con la Radiotelefonía se acabó
el aislamiento espiritual en que
venía viviendo, hasta ahora, la
mujer española.
   Aunque los prejuicios milena-
rios continúen privándonos de re-
cibir una educación amplia y só-
lida, por impedirnos asistir a los
centros culturales; aunque las
costumbres absurdas sigan apar-
tándonos de la vida activa, confi-
nándonos al hogar, convertido así
en cárcel; aunque las leyes injus-
tas nos obliguen a ocupar un lu-
gar secundario en el mundo cons-
ciente, las ondas redentoras, por-
tadoras del alimento espiritual,
llegarán de hoy en adelante hasta
nosotras, trayendo unas veces las
palabras del sabio que iluminen
nuestra inteligencia, los acordes
del virtuoso que eleven nuestra
alma a los trinos del divo que ha-
gan vibrar nuestro corazón.
   Y así, por medio del invento
maravilloso, se operará el mila-
gro de nuestra transformación.
Convirtiéndose de este modo ese
ser incompleto, «todo corazón»,
que es la mujer española, en otro
infinitamente superior: en un ser
completo, es decir, dotado además
de cerebro y de espíritu.
   Y este milagro se operará sin
lucha, porque el hombre habrá de
comprender que de ese modo, em-
prendiendo su conquista completa,
la mujer labora a la felicidad de
ambos. Porque esa conquista del
hombre no debe cifrarse única-
mente al corazón; el corazón hu-
mano es veleidoso. Es menester
conquistar también su alma, que
esta es la conquista duradera y
completa. Y el alma sólo se con-
quista con otra alma, y para tener
tal alma conquistadora hay que
poseer cultura y espíritu.
   Eduquémonos, pues, mujeres
españolas. Hoy nos es fácil. So-
las en nuestras casas, aunque és-
tas se hallen en los rincones más
apartados de España, gracias al
invento maravilloso que ahora me
proporciona el grato placer de
acercarme a vosotras para anima-
ros a libertar vuestros espíritus de
las tinieblas que les aprisionan,
podremos operar el milagro de
nuestra renovación.»


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